-¡Es que uno solamente…! Venga va. Es un tío muy cercano, que te da mucha confianza y que tiene las ideas muy claras. ¿Te vale?
-Me vale.
La conversación con Mikel Oyarzabal se produce en el Media Day de la selección española, que tuvo lugar en Las Rozas el 3 de junio. El jugador de la Real Sociedad es uno de los muchos que conoce a Luis de la Fuente (Haro, La Rioja, 62 años
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En el fútbol, en la vida, en todo, hay un momento en el que alguien, o algo, llámese azar, llámese fortuna, llámese incluso Dios, si alguno quiere, llámese como se quiera llamar, hay un momento, decíamos, en que ese alguien, o ese algo, debe ayudar, dar un empujoncito, cerrar una puerta y abrir otra, a quien haya sido designado. Este sábado alguien, o algo, designó a España ganadora del partido ante Croacia. Ese alguien, o algo, fue sutil. Escondido tras el buen hacer de la selección, ordenó que los matices fueran siempre para ella, ordenó que tras el gol de Morata, justo después, Kovacic disparase mal, ordenó que tras el gol de Fabián, Brozovic no acertara con la portería, ordenó, por último, que Budimir no llegase por un milímetro al 2-1 mientras Carvajal sí lo hacía en el descuento. España ha venido a la Eurocopa y al descanso del primer partido iba ganando 3-0 a un buen equipo. España ha venido a la Eurocopa y sale del debut con la mejor de sus sonrisas. [Narración y estadísticas (3-0)]
Ese mismo fútbol, esa misma vida, enseña también que no conviene deslumbrarse por una tarde como la de este miércoles en Berlín, y que apenas hace falta retroceder al Mundial de Qatar, rememorar el 7-0 a Costa Rica (un equipo infinitamente peor que Croacia) y saber cómo terminó aquello. Pero esto es fútbol, caramba, y esto es la vida, y si con un debut como el de España no está permitido ilusionarse, apaguen y váyanse. El equipo de Luis de la Fuente es eso, un equipo, un equipo menos dogmático, más versátil, un equipo que toca, pero que también corre, un equipo que presiona, pero que también mete el culo junto al portero, un equipo que juega en corto, pero también le da un patadón a la pelota si es lo que hace falta. Porque sí, en el fútbol, vale dar patadones. Vaya que sí. Es más, este 3-0 viene acompañado de la primera vez que España pierde el porcentaje de posesión contra su rival desde la Eurocopa de 2008, casi nada. (46% contra 54%).
Afronta pues España de lo más tranquila lo que queda de grupo, reforzada como pocas veces antes en el inicio de un gran campeonato, lo mismo que su capitán, Morata, dueño de un gol reconfortante en lo futbolístico y en lo personal a la espera de ver en qué queda su lesión. España hizo debutar al tipo más joven en comparecer en una Eurocopa, Lamine Yamal, y presentó la mejor versión de un centrocampista moderno, un box to box como dicen los ingleses, forma resumida de interpretar a un tipo, Fabián, que une al talento una capacidad física superior. Funcionó bien la pareja Nacho-Le Normand, dejando a un lado, de momento, el asunto Laporte, y aunque apenas se vio, el peligro latente de las bandas hace que los equipos contrarios no estén tan cómodos ni replegados (por los regates de Lamine) ni presionando (por la velocidad de Nico Williams). Cucurella, por cierto, adelantó a Grimaldo, pero no deja de ser una anécdota.
Tras toda la mañana lloviendo, salió el sol en Berlín para embellecer el maravilloso Estadio Olímpico, donde Hitler pretendió una cosa y Jesse Owens dictó otra. Salió España con la pelota en el pie y no la soltó hasta el minuto 13, primera posesión de los croatas cerrada en nada y que sirvió, sin embargo, para darle la vuelta al calcetín. Despertaron los balcánicos, a los que quizá le falten piernas, pero a los que les sobra fútbol. Se hicieron con el balón y se animaron a presionar a España, que lo notó.
Era el momento de sufrir y la selección lo hizo, corriendo detrás de la pelota y metiendo a los once durante un rato en campo propio, igual que ocurriría en la segunda parte, ya con el duelo muy devaluado. Pero, volviendo al inicio, alguien, o algo, decidió que, cuando peor lo pasaba España, marcase gol. Fue justo a la media hora, en un balón largo de Croacia que despejó Cucurella al tun-tun'. La pelota le cayó a Fabián como le podía haber caído al vecino del quinto, pero le cayó a Fabián, que casi sin mirar filtró un pase para Morata con la defensa de Croacia abierta en canal (tenía también a Nico). El capitán, como menos le gusta, con metros para correr y por lo tanto para pensar, definió estupendamente con el interior de la izquierda, a un ladito, suave.
A la jugada siguiente, Kovacic condujo hasta la frontal y su tiro fue flojo, y a la jugada siguiente, Fabián apareció también por el balcón del área, recortó y marcó un golazo. Pero es que, perdón por la insistencia, a la jugada siguiente, un tiro de Brozovic encontró la mano milagrosa de Unai Simón. En el minuto 32, el marcador podría haber sido un empate a dos, pero era un 2-0. Así es esto. Por si no había quedado claro, resulta incomprensible cómo no fue gol un remate de Gvuardiol que esperaba Budimir, igual que incomprensible que Carvajal encontrase el hueco entre los maromos croatas.
Poco tras el descanso
El segundo tiempo hubiese contado a título de inventario de no haber sido por la lesión de Morata, que dejó en el aire la única mancha para el vencedor, un poco apurado en el inicio por el brioso inicio del rival, pero tranquilo la última media hora, ya con Modric y Kovacic sentados en el banquillo, pues debió pensar Dalic que si alguien, o algo, no quería que Croacia se acercase ayer en el marcador, era mejor dejar a los veteranos descansando para Albania. Faltaba, claro, la última aparición de ese alguien, o ese algo, esta vez de una forma mucho más obscena, más obvia, dejando sin castigo una confianza de Unai Simón que terminó en penalti y que no fue gol ni en el lanzamiento (lo paró el propio Unai) ni en el rechace, atrapado por Perisic, que se había adelantado antes del lanzamiento de su compañero.
Era obvio, pues, que alguien, o algo, quería que España, al margen de sus virtudes, que las tiene y las enseñó, iniciase esta Eurocopa con una goleada a un buen equipo, resolviendo así el siempre peliagudo trámite de debutar en una gran cita.
Como quiera que la selección va bien, y está muy encarrilada la clasificación para los cuartos de final de la Liga de Naciones, el tema en esta concentración ha sido el de las lesiones. Y especialmente la de Lamine Yamal, que después del partido contra Dinamarca se marchó a casa. ¿Por qué? Lo ha contado el seleccionador este lunes en Córdoba.
"Cuando terminó el partido, tenía una molestia. Le dije: 'Lamine, ¿cómo estás? ¿crees que para el martes estarás?' y él me dijo: 'Míster, no me encuentro bien ' Y si hay dudas, siempre cuidamos al futbolista, así que a descansar", explicó el técnico, lo contó con naturalidad, aunque con cierto hastío. "Si otros compañeros me hubieran dicho lo mismo que me dijo Lamine, estarían en casa también. No hay debate, de verdad".
Todo en la comparecencia de prensa estuvo impregnado del nombre de la estrella del Barça, de si los jugadores están más o menos expuestos, etc... "Lo que más lástima me da es que haya gente que entre al juego de estos comentarios. Los partidos de la selección son, de media, un partido al mes. Lo voy a dejar claro de una vez por todas. El año pasado jugamos 17 partidos porque ganamos la Eurocopa, y esta temporada jugaremos 10. Es decir, un partido al mes. Dejemos ya de darle vueltas a esto de si tienen que descansar o no. Si hay un problema que se sienten y lo arreglen, pero que no mareen la perdiz y mucho menos nos pasen a nosotros la patata caliente", zanjó De la Fuente.
Porque, volviendo a Lamine Yamal, y como alguien le recordó, Lamine Yamal ha jugado, en poco más de un año, 72 partidos, y sólo 17 de ellos son con la selección. Los otros 56 son con su equipo. "Pues es lo que digo", se sonrió el entrenador riojano, que está 'on fire'. "Pero si luego, si no traigo a Lamine, me vais a poner a parir".
Superado los escollos, quiso el técnico concienciar al personal de que el partido contra Serbia es muy importante "para el futuro de la selección", ni más ni menos. Pero todo el mundo sabe que la noticia es Lamine Yamal.
Serán tonterías, pero... Estos días en Donaueschingen, donde de repente hace un calor de mil demonios y donde de repente se pone a llover como si se fuera a acabar el mundo, estos días, pues, en Donaueschingen se buscan, aunque con la boca pequeña, los parecidos que hay entre esta Eurocopa y la de 2008. Y se baja al detalle. Por ejemplo. El portero de aquella selección inolvidable era Iker Casillas, al que le metieron 32 goles en 36 partidos (0,89) en el curso 2007/2008 para ganar el Trofeo Zamora. España no había acudido a ninguna fase final más con un portero en posesión de ese título hasta hoy. Unai Simón es el Zamora de la Liga con 33 goles en 36 partidos (0,91). Números casi idénticos. Otro detalle: la marca que viste a la selección desde hace ni se sabe, Adidas, ideó para 2008 una segunda equipación dorada que dejó atónito al personal, reacción muy similar, casi idéntica, a quienes pusieron la televisión el pasado lunes para ver el traje amarillo que España luce en 2024. ¿Casualidades? Quién sabe...
Más allá de las anécdotas, sí existen situaciones equiparables entre aquella Eurocopa de Austria y Suiza y esta de Alemania. Son 16 años de diferencia, pero los problemas en la cúpula (Villar entonces y Rocha ahora), la falta de sostén popular al seleccionador (Luis entonces y De la Fuente ahora), o la poca conexión, en el inicio del torneo, de los jugadores con el gran público recuerdan a 2008. Fernando Torres y David Villa, dos de las estrellas de aquel campeonato que terminó con 44 años de penurias, recuerdan para EL MUNDO esta parte, la deportiva, que fue la que ellos vivieron en primera persona. Pero antes, los despachos.
Para saber más
En 2008, Ángel María Villar, que ya llevaba 20 años presidiendo la Federación, mantuvo un litigio con el Gobierno de Zapatero a cuenta de poder celebrar o no las elecciones antes de los Juegos Olímpicos. En 2024, Pedro Rocha impulsa una pugna soterrada, vehiculada entre acuerdos que no se cumplen y movimientos extraños, con el Gobierno de Sánchez a cuenta de poder presentarse o no a las elecciones. En ambos casos, la Federación amenaza al Ejecutivo con llamar a papá UEFA y FIFA y que ellos castiguen a España sin jugar Eurocopas y Mundiales y, por si fuera poco, dejarle sin el Mundial 2030.
En 2008, Luis Aragonés llegó al torneo con medio país (futbolístico) en contra y con el otro medio ajeno directamente a lo que se avecinaba. En 2024, Luis de la Fuente tenía al país entero en esta segunda situación, como si la cosa no fuera con la mayor parte de la afición. En 2008, los jugadores que luego mudaron en estrellas eternas eran proyectos o realidades en sus primeras fases. Por ejemplo, si las Champions sirven para cuantificar el nivel, a la Euro de 2008 España acudió con cinco jugadores que habían ganado seis títulos: Iker (2) y luego Xavi, Puyol, Iniesta y Xabi Alonso. En este torneo de 2024, hay menos jugadores campeones (Carvajal, Nacho, Joselu y Rodrigo), aunque claro, sólo los madridistas suman 13 títulos. Pero, en resumen, Villa no era lo que luego fue, Xavi e Iniesta no dominaban el mundo como luego lo hicieron, y hoy se intuye ese mismo germen, con otro tipo de fútbol, en jugadores como Nico, Lamine, Pedri, Gavi (que no está aquí pero volverá), Fabián, algo más maduro a sus 28 años, igual que podía ser en 2008 Xavi...
«Son equipos diferentes, cada uno con sus peculiaridades, pero sí que se pueden comparar en el hambre de los dos grupos. Nosotros teníamos ganas de demostrar que éramos un buen equipo, y creo que ellos también», explica David Villa, el máximo goleador de la historia de la selección, a este periódico. El suyo es un buen ejemplo. Cuando llegó al torneo de Austria y Suiza, sumaba 14 goles en 31 partidos, lejos de los 59 tantos que hoy le mantienen en el altar goleador de España. «Yo sí que veo algunos parecidos. Nosotros llegamos a aquel torneo y la gente no creía. No teníamos crédito, ni el entrenador ni los jugadores, un poco lo que ocurre hoy. Después, según fuimos avanzando, es verdad que el país se ilusionó, como está ocurriendo», cuenta Fernando Torres, que aquel año, 2007/2008, había firmado con 24 goles su mejor temporada goleadora en su primer año en el Liverpool de Benítez.
Hay hasta dos figuras equiparables. En 2008, a Marchena le llamaban el padre por su ascendencia sobre el grupo, del mismo modo que hoy todos miran a Navas como una referencia casi espiritual. Y dos arranques similares. España goleó (4-1) a Rusia en su estreno en aquella Eurocopa e hizo lo mismo con Croacia en esta. Sufrió, pero ofreciendo una muy buena imagen, para ganar a Suecia e Italia en los segundos partidos y pudo hacer descansar a los titulares en el intrascendente tercer choque, ante Grecia en 2008 y ante Albania el otro día. «Las buenas dinámicas se parecen siempre. Esta selección está en una de esas dinámicas, como lo estábamos nosotros en su momento, y eso es muy importante en un torneo corto como una Eurocopa. Yo soy optimista», prosigue El Guaje.
Intercede de nuevo El Niño Torres, hoy un tipo de 40 años que será entrenador del filial del Atlético tras conducirse con éxito en el Juvenil A. «Los jugadores que llegamos a aquella Eurocopa, igual que los que están ahora, estábamos en proceso de crecimiento, y el hecho de ir ganando nos lo permitió, así que a ellos estas victorias también les va a dar ese punto de equilibrio que te acerca a ganar». Coinciden también Villa y Torres, Torres y Villa, en que el ambiente es fundamental. "Nosotros teníamos un grupo humano muy fuerte, todos íbamos en la misma dirección y detrás del míster. Parece que ahora es igual, y eso es bueno», cierra Villa.