Los brasileños se unen a Vinicius, que lo recibió a principios de septiembre. El conjunto blanco amplía sus opciones para los próximos mercados.
Rodrygo celebra un gol con el Madrid.PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP
Rodrygo Goes ya tiene la doble nacionalidad. El delantero nacido en Sao Paulo es desde esta semana ciudadano español, según ha podido confirmar EL MUNDO. Una situación que crea un nuevo hueco para un futbolista extracomunitario en la plantilla del Real Madrid, algo interesante de cara a las próximas ventajas de fichajes.
Rodrygo, de 21 años, firmó con el conjunto blanco en el verano de 2018, cuando tenía sólo 17 años, y dio el salto a Valdebebas al alcanzar la mayoría de edad. Lleva ya tresaños en la capital del país y es ahora cuando ha logrado el pasaporte español. España exige dos años de residencia a aquellas personas que llegan desde países iberoamericanos y que desean obtener la nacionalidad.
Después de que Vinicius lo consiguiera a principios del mes de septiembre, el Madrid ya no tiene extracomunitarios en su plantilla, porque Eder Militaotambién ha recibido el pasaporte español. El defensa de 24 años, que ha sido padre hace un par de meses, aterrizó en Madrid en el verano de 2019, como Rodrygo.
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Bellingham, deseado
Esta circunstancia amplía mucho las opciones del Madrid en los próximos mercados de fichajes. Hasta septiembre, el conjunto blanco estaba limitado por los huecos de extracomunitarios, y de hecho tuvo que dejar escapar al brasileño Gabriel Jesus en el mes de junio, pero ahora la situación ha cambiado. Con un Mundial a la vuelta de la esquina, la lista de deseos de la directiva del Bernabéu ya no tiene condiciones.
En el horizonte, Jude Bellingham, centrocampista inglés de 19 años del Borussia Dortmund. Ocuparía plaza de extracomunitario, pero ya no es un problema. O, más a largo plazo, Endrick, nueva perla de 16 años del Brasilerao. Para empezar, la liberación de los huecos abre la puerta del primer equipo al Vinicius Tobias, lateral derecho brasileño fichado hace unos meses desde el Shakhtar Donetsk y que ha jugado en el Castilla durante este tiempo.
Kylian Mbappé tiró del carro del Real Madrid del mínimo esfuerzo en el Pizjuán, donde los blancos superaron al Sevilla con goles del francés y de Bellingham tras ver dos rojas el cuadro andaluz. El delantero asegura así el Pichichi, ya que supera en tres goles a Lewandowski, y aprieta en la pelea por la Bota de Oro. Necesita dos tantos en la última jornada para igualar a Gyokeres, que ya ha terminado la liga en el Sporting de Portugal.
Ancelotti, manteniendo la jerarquía del vestuario, le entregó la titularidad a Vallejo a pesar de su inactividad y de lo escaso que había en juego, lejos el italiano de apostar por una pareja canterana en el centro de la defensa. Premió así Carletto a Jesús por su asistencia intersemanal en el duelo ante el Mallorca y lo situó al lado de Jacobo Ramón, héroe contra los baleares e irregular en el Pizjuán.
Sin defensas, sin Vinicius y sin motivación competitiva, este Madrid pende únicamente de las ganas de Mbappé por ser Pichichi, del ímpetu momentáneo de los jóvenes Güler y Endrick y de la profesionalidad de pesos pesados como Valverde y Modric. Así dominó por instantes a un Sevilla salvado del descenso pero abandonado por una afición enfadada con los directivos de su club. El partido, otros años un hervidero en Nervión, se transformó en un duelo insípido, condicionado por las dos tarjetas rojas que Busquets Ferrer sacó a Badé e Isaac Romero.
En el minuto 12, el central francés detuvo con un agarrón a Mbappé cuando era el último defensa y el colegiado no dudó en castigarle con la expulsión. Se quedó con uno menos el equipo de Caparrós y pudo morir ahí el duelo, pero los sevillanos aguantaron la inferioridad y el Madrid, pensando en las vacaciones, en el Mundial de Clubes, en las despedidas y en los fichajes, no subió la marcha.
Lo intentó Endrick tras un pase al hueco de Güler y Valverde con un disparo que despejó la defensa, pero los blancos apenas intimidaron la portería de Nyland. Ancelotti escoró a Endrick a la derecha para intentar generar más espacios y dar algo más de mordiente al carril diestro del equipo, y el brasileño respondió con más ganas de fútbol. Es un rematador nato, más potente que técnico, y a pesar de tener un sprint interesante para jugar en banda, le falta regate y claridad en el último pase.
El Madrid asentó sus ideas en los pies de Modric, el que más fácil vio el fútbol, como casi siempre. De su exterior salió un pase al hueco a Mbappé que el francés, presionado por Gudelj, definió desviado ante Nyland.
El mismo error que tuvo Pascual en el área madridista. El delantero aprovechó un error de Jacobo Ramón en salida para plantarse sólo contra Lunin, pero remató desviado al lateral de la red.
Tras el descanso, Isaac Romero terminó de regalar el partido. Al minuto de entrar, el delantero clavó sus tacos en la pierna de Tchouaméni y Busquets Ferrer, avisado por el VAR, le sacó la roja tras ver la acción en la pantalla.
Con dos menos, los andaluces aguantaron casi media hora épica, dominando por momentos el balón, hasta que en el 74 Mbappé se jugó un disparo raso desde lejos que sorprendió a Nyland y se coló en las redes sevillistas.
Fue la culminación del asedio, más por inercia que por ganas, del conjunto blanco sobre la portería local. Lo habían intentado Bellingham y Valverde, apenas dos disparos a puerta en treinta minutos contra nueve jugadores. Una estadística que explicó a la perfección las sensaciones de un equipo, el Madrid, desconectado de la competición.
El tanto de Mbappé, el más incisivo de los blancos buscando cerrar el Pichichi (le saca tres a Lewandowski) y acortar distancias en la lucha por la Bota de Oro (necesita dos goles para empatar a Gyokeres), hundió del todo al Sevilla, sentenciado con el gol de Bellingham en el 86, cocinado por los canteranos Víctor Muñoz y Gonzalo García. El primero puso un centro al área, el segundo lo cabeceó hacia portería y el inglés, que vio una amarilla y no disputará la última jornada, lo remató a pocos centímetros de la línea.
El Madrid cumplió bajo mínimos en su visita al Pizjuán, la última del curso, y terminará la temporada en casa contra la Real Sociedad en lo que será el final de la etapa de Carlo Ancelotti en el banquillo del Bernabéu. En juego, sólo los homenajes.
Han sido 10 días complicados para Carlo Ancelotti. Quizás sus últimos días. Bueno, en realidad está siendo un año "extraño" para él, como lo definen desde Valdebebas los que mejor le conocen. Elevado a los altares del madridismo tras la Liga, la Copa de Europa ganada en Wembley y la Intercontinental, que le situaron como el técnico más laureado de la historia del Real Madrid, durante la Supercopa de Europa en Varsovia y especialmente en el empate en Mallorca en la primera jornada de Liga, allá por el 14 de agosto, ya notó que algo en el vestuario no fluía como hacía un par de meses. Ahora llega a La Cartuja con el miedo del adiós en el cuerpo, la esperanza de seguir en la lejanía del horizonte y la crítica sobre sus hombros.
Una derrota le condena definitivamente y una victoria le da un billete extra en esa "felicidad absoluta", cuentan, que es para él entrenar al Madrid y, no menos importante, vivir en la capital. Y es que Carlo, por mucho que hablen de una oferta de Brasil que desde 2023 no ha vuelto a recibir, no se quiere ir de España.
El fracaso contra el Arsenal, más por las sensaciones que por el resultado, le refugió en su familia, especialmente en su mujer, Mariann, y su hija, Katia, cuyo cumpleaños celebró la semana pasada. La familia es su casa y su trabajo. Ahí están Davide, su hijo y asistente, o Mino, marido de su hija y nutricionista. También Francesco Mauri, hijo de Giovanni, preparador de Carletto durante años, y tercera voz del banquillo por detrás de Davide. Todo queda en familia y en el círculo más cercano. Y, así lo admiten, algunas de las conversaciones más importantes sobre el trabajo surgen en la mesa familiar. A veces el fútbol y la presión son así de inevitables.
Florentino y las diferencias con 2015
Han sido días distintos a los de la primavera de 2015, cuando después de perder ante la Juventus en semifinales de Champions y concluir el año de vacío supo que su etapa en el Bernabéu había terminado. Su relación con Florentino no era del todo buena y cortar por lo sano era la mejor opción para todos. Ahora es diferente. Los títulos de los últimos años, la edad y la experiencia han unido más que nunca a presidente y entrenador y Ancelotti ha encontrado en Pérez conversaciones de ánimo y apoyo, más allá de la lógica autocrítica de esta temporada.
El máximo mandatario del Madrid renovó el contrato del italiano en diciembre de 2023 justo después del "no" del técnico a Brasil, que se acercó por mediación de Kaká. Florentino le dio hasta 2026. La confianza era total. Tras eso llegó el doblete del año pasado y las complicaciones de este.
Es probable que Florentino decida dar por finiquitada la etapa de Carletto, pero se irá con todos los honores y unido para siempre al club, no en guerra ni por la puerta de atrás.
Ancelotti, con Güler, el miércoles en Getafe.AP
Y por esa unión con el presidente y por la forma de ser del transalpino se entiende la bandera blanca de Ancelotti durante gran parte de la temporada. El fiasco continental terminó por confirmar los tres puntos clave que el entrenador ha ido reflexionando durante toda la temporada con su círculo más cercano.
El primero, los peligros de tener "la barriga llena" de títulos. Un aspecto marcado por las pocas vacaciones de verano entre la Eurocopa y la Copa América y el regreso a los entrenamientos para la Supercopa de Europa, apenas unos días para los internacionales. No hubo descanso y descubrió un vestuario al que mentalmente le podía costar recuperarse.
El segundo, la preparación física. Las lesiones sufridas por el equipo han estado condicionadas por ese corto parón veraniego o por la mala suerte. Antonio Pintus es el responsable de la preparación del vestuario y la enfermería no se ha vaciado en todo el curso.
No levantar la voz
Por último, y ligado también a las lesiones, las dudas en la planificación de la plantilla por las que Ancelotti decidió no levantar la voz. "Nunca ha entrado en una guerra mediática con ningún club, y ahora menos", explican en Valdebebas, donde le ven más "serio" y "triste" de lo normal. En verano asumió la dificultad de perder a Kroos y encajar a Mbappé manteniendo a Rodrygo, pieza clave para el proyecto a medio y largo plazo del club, que rechazó el interés del Manchester City. Quién podía decir "no" a tratar de construir un ataque con esos nombres.
Pero con el tiempo, las lesiones de Carvajal y Militao desequilibraron todavía más a la plantilla dentro y fuera del campo. La baja de Dani, voz de peso en el vestuario, se notó en el césped y en la actitud de muchos futbolistas. Y la negativa del Madrid a reforzar la rotación en invierno tampoco encontró elrechazo público de Ancelotti, fiel a la confianza que le había mostrado a Florentino tras la renovación.
En esa confianza, y en una victoria en La Cartuja, pone sus esperanzas Carletto. Sabe que Brasil estará siempre ahí, también algún club de Inglaterra, pero su primera opción es Madrid y el Madrid.
«El Madrid, en guerra con la UEFA por la Superliga». «El Madrid, en guerra con el Comité Técnico de Árbitros y la Federación». «El Madrid, en guerra con LaLiga por los derechos audiovisuales». «El Madrid, en guerra con el Barcelona por el Caso Negreira». Los titulares de los últimos meses unen dos palabras de forma bastante constante: «Madrid» y «guerra». Y es que el conjunto blanco está en la trinchera contra la gran mayoría de estamentos del fútbol español y continental. «El fútbol sufre una crisis sin precedentes. O reaccionamos o no sobrevivirá», declaró Florentino Pérez a finales de 2023. Y la reacción institucional del conjunto blanco ha sido más que contundente. En el Bernabéu han decidido no aguantar más.
Porque es eso. «Una reacción. Acción-reacción ante cada ataque». Así lo defienden en la ciudad deportiva de Valdebebas cuando se analizan todos los frentes abiertos ante el club. Una reacción al «monopolio», ya denunciado por el Madrid y elevado al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, de la UEFA al no permitir la creación de una nueva competición continental como la Superliga.
Esa ha sido la más sonada. Pero hay más. Como la última, la gran polémica de este parón de selecciones: una reacción «a la redacción negligente del acta arbitral» por parte de Martínez Munuera tras el Osasuna-Real Madrid. La entidad madridista denunció que el colegiado omitió «de forma voluntaria y deliberada los insultos y gritos vejatorios dirigidos de forma reiterada hacia Vinicius» en El Sadar.
La denuncia del Madrid contra el árbitro provocó la reacción del propio CTA, que emitió un comunicado criticando las «acusaciones injustas» del conjunto blanco. Una polémica más dentro de la constante tensión existente entre el club y el comité, especialmente a raíz de los vídeos de Real Madrid Televisión, caldo de cultivo de los enfados de los colegiados y herramienta del Madrid para mostrar su opinión sobre los árbitros y sus actuaciones. «Los vídeos son una denuncia permanente», definen en las altas esferas del conjunto blanco. En el Madrid se considera al CTA un estamento «corrompido» y que «necesita un cambio total en su estructura».
Aliados inesperados
Y en las guerras, como siempre, hay aliados inesperados. Este último tira y afloja entre el Madrid y el CTA ha encontrado a LaLiga del lado de los árbitros. La entidad de Javier Tebas, que en los últimos años se ha mostrado contraria a la Federación, se ha puesto en la misma trinchera para contestar con dureza a la acusación del conjunto blanco a través de su Comisión Delegada: «Es una manifestación más de la inclemente campaña emprendida por el Madrid contra los árbitros españoles, con la presumible intención de presionar a dicho estamento, al objeto de obtener una ventaja competitiva con las decisiones que dicho colectivo tiene que tomar».
Un párrafo, y una acusación, que ha llamado la atención en Valdebebas, donde lo asumen como un ejemplo más de la guerra que existe entre el club y la organización presidida por Tebas. Una relación inexistente desde hace años y que ha tenido como último punto de inflexión la reacción, una más, del Madrid ante el acuerdo del ente con el fondo CVC por los derechos audiovisuales. «Una expropiación», denuncian en el conjunto blanco.
Una situación que ha llegado hasta los tribunales y que ha provocado que el Madrid rechace la entrada de las cámaras de los operadores televisivos en los vestuarios. «Los clubes pueden explotar previas, pospartidos... Todo lo que no es explícitamente el partido. Lo dice la ley. Pero LaLiga insiste en expropiarnos ese derecho», acusó el presidente del Madrid a la entidad de Javier Tebas.
Y seguimos con las reacciones, en este caso al Caso Negreira, motivo de inicio de la «guerra» contra el Barcelona. El Madrid se presentó como acusación particular en el caso y Joan Laporta, que hasta ese momento mantenía (y ahora vuelve a tener) una buena relación con la directiva blanca, formuló aquello del «madridismo sociológico». Florentino no acudió a varios Clásicos y a pesar de la unión de los dos equipos en el proyecto de la Superliga, el Madrid está al otro lado de la trinchera judicial en torno a Negreira, asumiendo su condición de «perjudicado» deportivamente por los años en los que el cuadro azulgrana pagó al vicepresidente de los árbitros.
Una trinchera en la que los blancos tienen a su lado a LaLiga, en otra de esas alianzas inesperadas. La entidad se personó también como acusación particular y Tebas acusó al Madrid de no hacer «nada más» a partir de su personación en el caso. Porque los aliados también se pueden odiar. A la vista está. Aunque les unan, dicen, los mismos colores.
Por último, aparecen en el horizonte las elecciones a la presidencia de la Federación Española de Fútbol, otro punto de inflexión en la telenovela del fútbol español. El lector se puede imaginar que a unos directivos les gustaría un presidente y a otros otro, pero nada estará claro, ni siquiera los candidatos y sus apoyos, hasta que se terminen las investigaciones sobre lo sucedido durante el mandado de Luis Rubiales. Ahí empezará otra guerra, no lo duden.
Mientras tanto, el Madrid se conformará con el CTA, LaLiga, la UEFA, el Barça... Y con ganar sobre el césped el título doméstico y pelear en Champions contra el Manchester City. Al final, todo es fútbol.