455 gramos, un microchip, 20 datos por segundo: el balón inteligente que ha modernizado el Seis Naciones

455 gramos, un microchip, 20 datos por segundo: el balón inteligente que ha modernizado el Seis Naciones

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El oval, recargable, ha enriquecido las estadísticas aportando datos sobre cada movimiento que se le imprime

El balón con el que se ha jugado el Seis Naciones.GETTY

Balón, avance, amenaza. Son los factores con los que Irlanda ha conquistado a lo grande el Seis Naciones. Más posesión que cada rival, más metros ganados, más tiempo en la zona de 22 contraria, allí donde más se presiona para ensayar. Hace años que el rugby -como tantos deportes- está radiografiado por las estadísticas. Y en este tradicional torneo ha dado un salto adelante. Porque a los detallados datos que ya se obtenían del análisis de vídeo o de los GPS de los jugadores se han incorporado ahora los que proceden del propio oval.

En la edición de 2023 se ha utilizado por primera vez el llamado ‘balón inteligente’. Un desarrollo que integra la tecnología de Sportable con el fabricante de balones Gilbert y la empresa de software Sage. Cada uno de estos melones conectados porta un microchip que envía por radiofrecuencia 20 señales por segundo a una red de balizas situadas en el perímetro del campo de juego. Dibuja al milímetro un mapa en tiempo real de todos sus viajes. Pero la novedad consiste en que además aporta datos sobre cada movimiento que se le imprime.

El smart ball creado tras años de investigación pesa 455 gramos. Se carga en media hora, dura todo el día. Se probó en los partidos internacionales del pasado otoño y su coste no ha sido revelado. “Transmite información sobre su posición, su rotación, la aceleración que experimenta”, explicó el director de tecnología de Sportable, el sudafricano Peter Husemeyer, cuando fue presentado. “Podemos juntar todo eso en milisegundos para explicar qué está ocurriendo”.

Para saber más

A Husemeyer, ingeniero nuclear que trabajó durante tres años en la NASA, la idea de unir tecnología y deporte se le ocurrió cuando asistía a un partido de hockey sobre hielo en EEUU y, al ver una carga, se preguntó cuánta fuerza había intervenido en el impacto entre los dos cuerpos. Su amigo del colegio Dugald MacDonald, también ingeniero y cofundador de Sportable, atisbó en esa inquietud una oportunidad comercial. En 2016 crearon la empresa para transfomar “la manera en la que los deportes se practican, se ven y se entrenan”.

Ya en el Seis Naciones, los datos del balón inteligente muestran que, en las tres primeras jornadas, la distancia media de los pases con la mano de Irlanda era la más corta de todo el torneo: 6,4 metros. Una confirmación del juego de apoyos que le ha llevado a la victoria. Y de sus habilidades. En uno de sus ensayos contra Italia, cinco pares de manos tocaron el oval en 4,1 segundos. Vértigo verde.

No es ningún secreto que Francia, segunda clasificada, se despliega bajo la batuta de Dupont. Al medio melé galo este smart ball le certificó contra Escocia un pase de 24,9 metros de distancia que en una rotación casi perfecta sobre su eje -también mide eso- cortó el aire a 51,5 kilómetros por hora para llevar de manera inmediata el ataque al área donde sus compañeros tenían superioridad numérica.

Aunque estas pinceladas aludan al juego a la mano, a primera vista los datos más interesantes se refieren al pie. El balón diferencia entre tipos de patadas. Ayuda a desvelar claves sobre las que tienen como objetivo la recuperación del oval por el mismo equipo que lo ha lanzado: cuántos segundos tiene que estar el balón en el aire y a cuántos metros debe caer para que los compañeros del pateador lleguen a tiempo de disputarlo. En realidad, hace bastantes años que la mayoría de los avances significativos de terreno se realizan con la bota aunque el deseo de espectáculo sueñe con el oval volando de mano en mano.

“Es oro molido para los entrenadores, les brinda datos en tiempo real que pueden transmitir a sus jugadores”, asegura el retirado y legendario medio melé australiano George Gregan, que lo probó en una exhibición. Aunque la organización del Seis Naciones no ha desvelado qué nueva información han recibido las escuadras ni qué valoración han hecho en comparación con otros programas similares, los datos básicos se han mostrado en televisión y las conclusiones más llamativas se han desmenuzado en análisis publicados por el propio torneo.

Este despliegue enriquece el Seis Naciones, que en la batalla por la atención se ve obligado a modernizarse, como lo muestra también su cuenta de Tiktok. Para su CEO, Ben Morel, “los datos y el conocimiento más profundo de lo que ocurre en el campo a través de retransmisiones innovadoras y contenidos en medios sociales suponen otro paso importante para asegurar la mejor experiencia posible a los seguidores y el apoyo a los equipos”.

El balón ha puesto cifras, por ejemplo, a las larguísimas patadas defensivas del zaguero inglés Steward, habituado a superar los 50 metros. Y al amplio repertorio del medio de apertura escocés Finn Russell, que contra Gales dio tres pases diferentes de ensayo. Uno, cortito, con el reverso del antebrazo cuando caía tras superar a dos defensores en 2,5 segundos; otro que planeó más de 12 metros; y una patada a lo ancho del campo que cruzó 44,3 metros durante 3,1 segundos para que la recibiera y posara el ala desmarcado en el otro extremo.

De cara al futuro, el balón -como los jugadores- tiene margen de mejora. Sus dos grandes retos pendientes beneficiarían a los árbitros. El primero, decidir sin error cuándo un pase con la mano ha salido hacia adelante. Y el segundo, determinar si ha sido o no posado sobre el césped bajo una montaña de jugadores. Una incógnita que en ocasiones no despejan ni las múltiples tomas de los árbitros de televisión. Otra tecnología en su día innovadora pero que ralentiza los encuentros.

En cuanto al juego, lejos queda aquel rugby de evasión y movimiento continuo que daba la sensación, no del todo correcta, de bordear el caos y abrir espacio a la improvisación. Con el predominio de la percusión, el control de riesgos y la patada, los datos se han revalorizado. El balón inteligente no hace por sí mismo más inteligentes a los jugadores pero puede afinar las fortalezas de cada equipo. No genera fantasía pero facilita la eficacia.

kpd